miércoles, 7 de marzo de 2012

EL HOMBRE MANCHADO:
En el  mil y cuatrocientos y noventa y dos años del nacimiento de nuestro señor Jesucristo, aquel niño llamado Miguel estaba en su pueblo, un pueblo llamado baldes pino, todos sus vecinos estaban manchados, con una estrella de cinco puntas, echa de trapo, él descendiente de hidalgos, de antigua estirpe, dedicados a la caza con galgo, de lunes a viernes y los demás días a reposar el cansancio de las jornadas cinegéticas,  vio como todos eran expulsados de sus tierras.
En el  mil quinientos y siete años, desde que naciera nuestro señor Jesucristo, Miguel fue a vivir a Bragaza, para aprender el difícil arte de las letras, un amigo también escritor, le aconsejó que era mejor que para poder vender mas los libros por el escritos, así  él de nombre Miguel tomo de apellido del nombre de su localidad, llamándose Miguel de Ciervas,   pues todos los grandes escritores, tenían ilustre apellido y siendo de Baldes pino de la requemada, adopto el sobrenombre de Miguel de Requeja, y en aquellos parajes del país vecino, empezó lo que fuera su primer libro, un libro que en su primera pagina decía.
“A mi amigo  y mentor, AL DUQUE DE BRAGAZA:
Marques de Miranda, Conde de Trazos montes.
A fe del recogimiento y honra que hace vuestra excelencia de mi persona, que otras, suelen condenar con rigor, que poniendo los ojos, la prudencia de vuestra excelencia, fue que no desdeñara la cortedad de este humilde servidor, manchado con la estirpe de su pasado”.
Y poniendo algún verso  como era la costumbre en aquella época escribió:
“Busco en la muerte la vida, salud en la enfermedad, en la prisión libertad,  en lo cerrado salida, y en el traidor lealtad, pero mi suerte, de quien espero algún bien, con el cielo e esta Guido, que, lo imposible pido, lo posible aun no me den”.
Miguel de Ciervas le dijo que empezara por el principio, y echando mano del libro santo, escribió:
“Al principio estaba él, y antes que él la nada, creando hace seis mil años la tierra, llenándola de personas. Que se multiplicaron por tres, Conoció Caín a su mujer que concibió y parió a su hijo, siendo este prodigio, abuelos de Matusalén”.
A lo que continuaba diciendo:
Fue y se hallo  cuarenta días, lloviendo sobre las tierras, Noe y su barca flotaban, a la deriva contentos,  pues ya que el alimento, él se lo proporcionaba, él le dijo a Noe, crecer y multiplicaros, pues ya que no os habéis ahogado, mucho tiempo ahora tendréis.
Comenzando de esta la novela:
Nuestro intrépido Amador, salio una mañana temprano, pasando por una fuente fría,   que alrededor tenia una abadía, de monjes, de temple frió  como el agua de la localidad, el pueblo se encuentra situado junto al río siendo la aldea de losa ciño, consistorio de la localidad, el castillo se encuentra en un castro de celtas después  romanizado, pero en algunos tejados anidan palomas y ardillas, su casco urbano conserva muestras de su arquitectura, y en su iglesia parroquial, sus campanas ofrecen un sonido especial, por haber sido realizadas por la plata de de aquella, tan bárbara, que solo se amienta cuando hay tormenta, siendo Luis el maestro, de aquel pueblo alpujarreño, a los alumnos iba tiñendo, de oro, plata, y añil, en los días estivales de las tierras españolas florecen las amapolas entre los rubios trigales.
Un hombre joven vestido de una mascara y una capa esta parado en la villa, para saltar la barandilla de la hija de don Luis, para llevar en su haber, y luego poder contar que realmente él Amador que a seducido mil y quinientas mujeres.
Tienes unos ojos niña, que te lloran aguardiente, pero tienes una cara, que le dice al sol detente, de esta manera comenzaba la estrofa que le cantaba detrás de la ventana de aquella moza casadera.
Tienes unos ojos niña, que te los estoy mirando, que cuando miran a un hombre, le quitan de su vida un año, yo te quise y tú a mi no, yo te amo y tú me aborreces, yo te estoy queriendo a ti, aunque tu a may me desprecies, como buena si lo eres, y tienes buen corazón, pero tienes una falta, que no conoces varón.
A lo que ella respondió:
Por la mañana salías, camino de la guadaña, duro trabajo te esperaba, había que sacar el agua, no, no es, por la letra de la canción, que declama admiración, que invita a bailarse con pasión, tras idas y venidas las ventana de ella se abría,  entera se vio estremecer, y asolas lo pudo ver, no se, después que te vi, y en mi alcoba tu estuviste,  tengo siempre detrás de mi a mi padre Don Luis.
A lo que nuestro amigo respondió:
Sí, iré, mi orgullo a mostrar, ante el maestro, y o a de darme tu amor, o me tendrá que matar.
-         (Don Luis)-Ay, tan grande atrevimiento, la barba cana caída.
-         (Amador)- Déjeme pasar.
-         (Don Luis)- por la punta de esta espada morirás.
-         (Amador) – no importa nada.
-         (Don Luis) – mira que te e de matar.
-          (Don Luis)- muere traidor.
-         (Amador) –de esta suerte muero.
Pero en un revés de Amador, su espada penetro en el pecho de don Luis:
-         (Don Luis) -Ay que me as dado la muerte.
-         (Amador) –Tú la vida me quitaste.
-         (Don Luis) –quien cuidara de Maria.
-         (Amador) –cuidara de los dos su tía.
-         (Don Luis) –que tía que dos.
-         (Amador)- no importa nada ya.
-         (Amador) –tu nieto huérfano será.
-         (Don Luis) –te veré en el infierno Amador.
-         (Amador) –allí estaré sin tardar.
Dicho esto murieron los dos  tanto Luis como  Amador, dejando a aquel pueblo sin maestro, y coloreen colorado esta historia se ha acabado.
Publicando esta obra Miguel de requeja en Salamanca el mil quinientos y ocho años del nacimiento de nuestro señor Jesucristo, teniendo la edad de dieciocho años, muriendo de la peste negra, dos años después.
En su tumba situada en el cementerio de la localidad de Valdés pino de la requemada,  donde fuera muchos años después hijo predilecto, figura un epitafio:
“Ho, mas duro que el mármol son mis quejas”.