miércoles, 30 de septiembre de 2015


LA LOCA:

Despierta la alborada húmeda de aquel día de fosca niebla, la gallega, perezosa, legañosa,  asqueada, sucia, las perlas del relente ensortijaban su cabello güero, su vestido añil, a juego con sus ojos un retal ajado por el uso con remiendos aquí y allá para tapar la visión de las vergüenzas de aquella hembra, bajó por la vaguada hacia el regato, camino abajo en dirección sur, el angostillo callejón entre cortinas, de foscos zarzales, intercalados de ortigas, casi le quitan la quimérica utopía de aquella cavila nocturna, la muerte discreta, efímera, marchó riendo de un mundo que no entendía, la ignominia de la monomanía extinguida de golpe, la hermosa zagala bermeja, desapareció entre la bruma, los pensamientos paridos por su desvarío cubrieron los hechos acaecidos en los últimos veinte años, la paz que encontró aquel día de principios de otoño le dio animo, erró sin rumbo por la vaguada, nadie la vio partir, desapareció, esfumada, a nadie le importó, la gallega partió sola, apenas con lo puesto, hoy recuerdo como pelaba palomas por encima de la fuente, hoy ella sería mi amiga, partió sola, nadie la vio, yo la encontré, lívida, desnuda, enmarañada en su breña, con las greñas blondas cubriéndole sus abultados senos, la tumefacción cárdena de su belfo, indicaba el finado carácter de extinto cuerpo pálido, la apreté entre mis brazos, plañí por ella, besé su rostro impávido con ósculo sentido, cerré  sus ocelos añiles, llame al ciento doce, la loca avía aparecido.

 

Los vocablos  fueron avispas, palabras escritas en folios níveos, platicas paridas desde la monomanía en que tu mundo se convirtió,  hechos, vicisitudes,  en un catafalco guardo tu rozamiento, tu pelo enmarañado, y los secretos, tus secretos que llevaste contigo, la urna opaca rosa de chino en su tapadera, no sé distinguir la sagacidad de la quimera, sueño, me despierto, abro la caja de castaño, ojeo tus cosas, y vuelvo a la monótona existencia,  la cotidiano de la rutina monótona, empieza a hacer mella, intento cumplir aquella promesa, te olvidare mañana, hoy eres mi recuerdo, mi sueño, mi amada amiga, la gallega turbada, que paria pensamientos, cavilas filosofías de vida antaño olvidadas, las noches en que el níveo flujo de mi cariño recorría tu espinazo,  hoy lloro tu ausencia, los recuerdos atesoran tu imagen de mujer libre, la libertad de un necio, pero libre en tus ideas, loca te llamaba la gente y quien no lo está.




Con este fol, levantarei as chamas deste lume

que asemella ó do inferno

e fuxirán as meigas a cabalo das súas escobas,

índose bañar na praia das areas gordas.

¡Oíde, oíde! os ruxidos que dan as que

non poden deixar de queimarse

no augoardente quedando así purificadas.

E cando esta brebaxe baixe polas nosas gorxas,

quedaremos libres dos males

da nosa alma e de todo embruxamento.

Forzas do Ar, Terra, Mar e Lume,

a vós fago esta chamada:

Si é verdade que tedes máis poder que a humana xente,

eiquí e agora, facede que os espritos dos amigos que estean fóra,

participen con nós desta queimada.
 
La narcosis de la embriaguez del espíritu del vino, nubla mi sentir, mi ánima libre imagina hechos, situaciones quiméricas, de realidades virtuales, la alcoba aparece anti mis ojos color avellana envuelta en una bruma incierta, el armario de castaño de cinco puertas al lado derecho, sobrio me oprime, parece abalanzarse sobre la cama de uno treintaicinco, la cómoda debajo del espejo, con todos sus recuerdos dentro de la receptáculo  del mismo material, es difuso, la embriaguez nubla la percepción de distancias y figuras, he creído ver la silueta de mi amiga, será la demencia , una enfermedad contagiosa, o será el narcótico efecto del aguardiente, no sé toda da vueltas a mi alrededor, un mareo, algo  etéreo tira de mí, me siento flotar .
 
La vesania nunca tuvo práctico, he viajado al mundo de Oz, en busca de perspicacia.
El camposanto, visto desde aquí, en la brumosa mañana, de relentes perlas de agua, subido en aquel cotorro, del villorrio, mirando desde su posición elevada la fuente, una tristeza oprime mi ánima, locura insania de amor, un juego cruel, de la fortuna, ruleta rusa del destino, hoy he perdido, desde este mundo de Oz, veo a los demás yendo y viniendo, Oz fagocita las almas de los que caen en él, la libertad, tu libre pensar que parias en cada platica con todo el mundo, se libre, loca, lunática mi querida, hoy yo vivo, en este mundo de sueño, todos los días subo el transido césped sobre tu túmulo, no me desanima, pronto estaré junto a ti,  mi gallega inolvidable, nuestro epitafio será “dos que la locura los separo, ahora ya descansan”.

El Señor es mi pastor, nada me falta

En verdes praderas me hace recostar

Me conduce hacia fuentes tranquilas

Y repara mis fuerzas, me guía por el

Sendero justo por el honor de su

Nombre aunque camine por cañadas

Oscuras nada temeré, por que tu vas

Con migo tu vara y tu cayado es su

Sangre, preparas ante mi una de mesa

Enfrente de mis enemigos me unges

Mi cabeza con perfume y mi copa

Rebosara


NOTA DEL AUTOR:
Los hechos acaecidos en este relato siempre imaginario, son basados en un tanto por ciento en lo narrado por alguien un día, discernir lo veraz, de la fantasía del escribidor de la fábula, es oficio del lector, si te sientes aludido, olvídalo, es el sueño de un necio.
Sin más se despide ser buenos:
Javi.

jueves, 17 de septiembre de 2015

LABIOS COMPARTIDOS:

Los shkes trataron de luchar contra su instinto, la feer sabia que Christian que contemplaba el cielo sombrío, también él deseaba  convertirse en shkes y unirse a la lucha, la presencia opaca en la fosca bruma, ataviado en su ser humano, su eterno rival, su olfato de serpiente ya avía dado con su posición, Jeanne ajena a la situación entro en su casa, una casa blanca de dos pisos, con figuras aladas a uno y a otro lado de la puerta, él saco a astarot, el filo de canelón  azul, templo la bruna oscuridad de un azulino halo, “ envaina” dijo el dragón “hoy no habrá sangre”, volviendo a meter en la vaina el filo de su vaciada espada, se sentó frente a aquel hombre no mucho más joven que él mismo, las pujanzas antagónicas, llegaron a un acuerdo, no sin antes sentir un rencor, antaño olvidado, de su atávico  legado, ella, Jeanne estaba por encima, la náyade, siempre seria su pequeña pupila, la huérfana criada entre sus brazos después de que apareciera de muy párvula, plañendo en  el bosque, ese bosque de hayas pardusco y frio en el norte de aquel mundo, tan diferente a la Tierra, la joven mujer dormía, las dos figuras silenciosas, dieron sendos ósculos, en el belfo suculento, mimos a la ya echa toda una mujer, preciada amiga, arroparon el jergón donde dormía la hada, saliendo sin hacer ruido después de compartir los labios suculentos de la barragana, debatiendo los pillo la aurora, cuando la náyade se despertó Cristian tenía su vista fija  en un punto más allá del bosque, sufría, su espada en el suelo inmaculada, no pudo explicar su sufrir, envaino a astarot, salió volando dejando a la moza pensativa, pero ya conocía a aquel hombre mitad serpiente, y sabia que él el dragón avía visitado su sueño, se prometió que la próxima vez estaría despierta.





Él ya no tan joven dragón pasaba largas temporadas en aquel pueblo del suroeste peninsular, la Tierra fue cuando estallo la guerra uno de los refugios de su raza, hoy solo él queda para perpetuar la especie, sabiendo que Jeanne, está a salvo con la serpiente,  él vive cómodo en su anonimato, el portal al mundo de Septentrión,  estaba cerrado, solo él podía pasar el espejo, su modorra, siesta estival, fue interrumpida, el presagio llegó en la tarde canicular de agosto, se levantó amodorrado, subió a el altillo miró tras la luna añeja y no presintió detrás a Jeanne, “ella abría muerto” dijo el conjuro y traspasó el atrio decidido.




El sucio hidalgo señor de aquel estado,  un humano de pelo níveo, rollizo, mofletudo, muy dado a la comida a escote con sus amigotes los isleños cimarrones, ariscos seres hoscos secuaces del inframundo, las lámparas en los ropones del hidalgo guijarro  su nombre evocaba a un tal antepasado, de tiempos remotos que negando a un amigo tres veces se salvo de una muerta plausible,  ciertamente el rumor, le llegó sereno, lo pillo por sorpresa, cenando con su doméstica, una fea abrupta criatura, supo que la magia del bosque seria si perdición, investigo mando a sus ariscos cofrades, situando el centro de la encantamiento, sortilegio antiguo  de el libro santo, en un lugar donde vivía una humana blonda, güera,   de ocelos añiles como el nirvana , la féerika dormía la horda funesta atrapó la núbil criatura, trasladándola a las mazmorras del castillo del conde.
 

El dragón volaba subiendo la línea de playa, septentrión lucia un mar azul, su primer sol ya hacia una hora que había sido su orto, el segundo de sus tres, empezaba a alborear, de este, llego el ataque pillando a la mítica criatura desprevenida, la garra de la serpiente alada, se clavo en  su ala izquierda, cayendo los dos animales en un pelotón a un suelo arboleo, el brillo de las espadas tiño el amanecer, las fieras dieron paso a los hombres, el centellear de los filos al cruzarse, Astarot de hielo azul, y bader de fuego púrpura, se entrecruzaron una y otra vez, hasta que las fuerzas de sus portadores se perdieron cayendo de sus manos, ambos jadeando un sudor de odio ancestro, cuando ya iba el Shakes a clavar su venenosa mordida en el cuello de él rubicundo humano, vio en sus ocelos color avellana la imagen de la joven mujer, la féerica los miraba desde  una lóbrega estancia, se tumbo junto al humano, los dos sin mediar palabra, cuando ya repusieron fuerzas tomo el Shakes las dos espadas, la de el dragón quemo la palma de la serpiente, se la devolvió a su dueño legitimo se convirtió en animal  alado, hizo subir a su ancestro contrincante a su lomo, pues el dragón no se podía convertir, pues su ala izquierda estaba herida tomando altura hacia el mediodía.


La maraña encrucijada de boscaje alrededor del castillo del conde, era celada por la niebla fosca, el dragón fue apeado de lomos del shake en la almena principal, desatándose una batalla atroz, los feroces cimarrones, eran engullidos por la serpiente de dos en dos, el, él dragón sin poderse convertir,  india a bader, en las entrañas de la soldadesca del castillo, en minutos la muerte fue sembrada por doquier, la existencia del hueco, hinchado, avaricioso, conde, llegaría a su fin, este sonrió con rictus carmesí cuando las dos espadas, el fuego y el hielo atravesaron su corazón.
 

La magia obró el milagro las tres criaturas ya sin odios de ancestros pretéritos, yacían en aquel jergón, enjalma de amor, compartiendo fluidos los tres a la vez se amaron simultáneamente, sin importármele presencia del otro,  poco antes del primer orto de aquel sol cerúleo, el dragón despertó a Cristian, “cuídala, cuídala mucho,   es mi amor, te la dejo en tus manos, amala como yo la hubiese amado,” diciendo esto tomo al hijo del augura de la mano, una hija rubita de cabello ensortijado, fruto de la sinrazón de la bestia carnosidad del burdo conde, la tomó de la mano, abrió el portal con su conjuro secreto, pasando los dos, la tierra los esperaba, aquel destierro para educar a la joven feé seria para él un alivio, no sin antes dar un beso en aquellos labios tan deseados, los labios del amor de su vida.

La biblioteca de guimaré, en un lugar secreto del espacio a medio camino de lo real y lo ficticio, dio con la adolescente y hermosa hada, desde niña se refugiaba allí, cuando su padrastro el dragón ponía normas, y leía las historias, fábulas de aquel planeta, septentrión le parecía tan irreal, tan distinto a su aldea, a aquella del suroeste peninsular, su hogar desde que tenía uso de razón, pero a la vez tan cercano,   ella estaba protegida, el último dragón avía muerto, llevándose con él la manera de abrir el pórtico entre los dos mundos, la luna del espejo, mágico, fracturada y dispersa impedía cualquier intento, la güera púber, estudiaba las costumbres de aquel universo, donde fue dada a luz un mundo donde la magia existía, un mundo que alguna vez regresaría.

NOTA DEL AUTOR:

 Al escribir la farándula no pensé en persona, lugar o ente, cualquier parecido por acción u  omisión es solo la coincidencia de un necio,  no le deis más vueltas.

J.R.F.

martes, 15 de septiembre de 2015


AÑO DOMINE 1981:

La pitusa núbil tendría 10 años, su nombre Jeanne, aquel día aciago, en el que su padre tomo la bici, corriendo en pos de su libertad sin saber que la párvula ninfa quedaba presa en la mazmorra de aquel conde, de pelo níveo,  panza ancha unos veinticinco años más que la insulsa pequeña, la noche en el castillo, corría sin noticias del progenitor, la hora avanzada dio que la servidumbre metiera a la párvula pitusa en sus aposentos, aposentos que tras la medianoche él propietario de la hacienda, en un estado sumo de etílica exaltación visitó los aposentos de dicha ninfa de los bosques del norte.

La obligo con mentiras, abusando de la prevé ninfa aquella noche su Príapo abusivo exhalo el níveo néctar en la intimidad de la pequeña aterrada ninfa, tras el hecho él el conde amenazó a   la pitusa de muerte.

Fuese como fuese él, el conde no podía consentir que la insulsa feerica tuviese linaje, la limusina esperaba a la puerta del establo antiguo, hoy ya habilitado como cochera, la amedrentada  ama llevaba al cuello la llorosa moza, el automóvil cerró sus puertas automáticamente y inicio el viaje por las calles de la ciudad bajando hacia la puesta del sol, Pancracia Betancure tras observar la intimidad de la párvula núbil llamo a su cómplice,   la enana melliza trajo narcótico como para un caballo, inyectando a la pitusa la inyección de  droga, el ser se cubrió de inmunda linfa el palanganero, tapiando con algodón el  intimo orificio de hembra inexperta.

Tras la abortara, el viaje a la hacienda del conde, fue un calvario para la núbil criatura, los baches del camino corroían su interior, Jeanne sufría lo indecible, llegó a sus aposentos maltrecha, no dijo nada a su progenitor convaleciente del accidente de la bicicleta, y se metió en la cama, a esa hora en  que las meigas salen de sus occisos aposentos,   la flujo de la linfa carmesí mojo los lienzos, sudarios tal vez a la edad  once años, la fiebre a cuarenta grados centígrados nublo el ser de la niña.

La ambulancia no tardó la ligadura de trompas inhabilitó a la pequeña para poder tener sucesorias arrapiezos,    hoy mujer oronda, que intenta absolver al malhechor hasta que una vez al año, viaja, sufriendo su desdén, él níveo ocioso busca siempre la manera de poner en evidencia la ánima blanca de Jeanne, llorosa hoy en mis brazos, sufre lo indecible esperando un consuelo, hoy yo en mi morada,   solo puedo consolar a la desolación personificada, a mi amiga, hoy  yo me aprovecho del hecho, yaciendo en el lecho con ella, sabiendo que su ser estéril no da fruto, a causa del malandrín ser níveo,    pero yo amo a la pitusa güera.

Mañana será otro día hoy duermo cobijo a la desventurada, hoy, esta noche de lluvia la paz del mundo está en el jergón, enjalma  nocturna de un ser amable que palpita bajo mi mano nobel.

La alborada, nos sorprendió, ella llorosa, yo despierto  el plañido de la hermosa hembra, Jeanne entre mis brazos besando sus ocelos añiles, alivió su pesar, contándome su historia.
 

El tañido luctuoso de la campana, llamando al sepelio, me pillo impróvido, la ilusa bermeja, tendida en el catafalco níveo, espigada lucía un vestido blanco, símil a la comunión de una infanta, el halo claro de su geta exangüe, y sus ocelos cerrados hoy otras veces risueños, añiles como el nirvana,  aquella figura tantas veces idealizada que plañera en mi hombro humilde, hoy sobre tarima sacra, mi ánima desecha anhela creer hoy más que nunca en una sublime presencia, que se apiade de mis recuerdos, ella, la rucia hembra, mi amiga tiesa en su lecho nos sonríe, con belfo cárdeno alegre de esta despedida en la iglesia, la cárcava húmeda del camposanto, será a partir de hoy refugio de la leyenda el túmulo cubierto de olvido tapa todo el dolor de la que un día fue mi amiga, ella Jeanne hoy plaño su ausencia.

Miro la anciana figura del miserable níveo conde y no puedo por menos hoy en este funesto día aciago, de no tener lastima por él, su irresponsable acto llevó al catafalco a un querubín, la ánima de la güera ninfa  blonda, volverá a llevarse al difunto conde, cuando la negación del silencio éste duerma desprevenido.



NOTA DEL AUTOR:

Todo  lo narrado pudo ser verdad, en algún tiempo pretérito, más yo no tengo constancia del hecho narrado, todas las coincidencias son solo eso, no le deis más vueltas.

J.r.f.

jueves, 10 de septiembre de 2015


EL FINAL DEL VERANO 2015:

1.       JEANNE BARDÈOT:

 

                Jeanne Bardèot es una mujer adulta de edad incierta, la crin bermeja, de cerda ensortijada, con bucles solanos, dan paso a una geta oronda, a pesar de su dieta, Jeanne no está delgada, nadie diría mirándola que sus dos lactas, estuvieran de no comer, Jeanne no es diríamos que una mujer falta, es resuelta, afable, de las que cuando platicas con ella se pasa el tiempo en un abrir y cerrar de ojos, eso que se me olvidaban sus ocelos añiles grandes, avispados, su mirar que atraviesa con su pupila el ánima del oyente, si digo oyente pues a su lado siempre se escucha, batidor de su plática afable, tranquila, en dos palabras es un querubín bajado desde lo la cúspide de alguna deidad apostata de nirvana eclesial, sus dos razones siempre son absolver lo inconcebible, no sin antes escribirlo en cualquier medio, y tolerar todo, yo diría que además es un hada, una prevé  del bosque, unicornio capaz de mantener la magia de el amor hasta su ultimo nirvana sin previo calentamiento, Jeanne es mi amiga.

 

2.       QUIMÉRICO

 

El vocablo quimérico (griego: από 'acullá', κρυφος 'clandestino'; latín: apócryphus), que originalmente significaba "celar acullá", y luego fue derivando en "clandestino lóbrego", ha sido utilizado a través de los tiempos para hacer referencia a algunas colecciones de textos y de escritos  surgidos en textos que no han sido incluidos en el catón.

 Según otra acepción, un escrito o documento "quimérico" es aquel que es indebidamente atribuido a un determinado autor. No se trata generalmente de una atribución promovida por el propio autor, sino de que otros atribuyen a determinado autor —generalmente de gran prestigio— escritos que él nunca escribió.

3.       LOS HECHOS:

Aquel día de principios de septiembre, Jeanne por fin después de unos días de asueto, en la que la vi dos veces en jornadas sucesivas pretéritas a la fecha señalada, digo, la temperatura al sol, era elevada, cuando  Jeanne, con un mono, de saya nimia,  abrochado por su parte trasera, de color negro, llamó a mi portero automático, yo que en dicha circunstancia a esas horas de la mañana, me paseo solo con lo que el pundonor de personas augustas llamarían sicalíptico, abrí a  la párvula güera, temblaba,   su hipo miasma de desdicha mi morada, la acompañe en un reflejo iluso a mi alcoba, sobre el catre, libe el néctar salobre de sus ocelos añiles, mime con mimo su plañido aleatorio, los ósculos sobre el cuello, resbalaron  una derrama amplia, con el albañal central prieto por un sostén nimio de encaje escarlata , poniendo el bolso este que evocaba la cabeza felina de un minino, sobre un lado de la cámara, tirando de la cremallera, se mostró delante de mi atisbo una prenda diáfana, de puntilla nívea, el plañido de la zagala pasó en pocos minutos a estertores entre mis manos ilusas, al tacto de su corta crin sedosa, que daba paso  al belfo carmesí de su pernil,






íntimo,todo fue como un brindis en navidad, la efervescencia se desbordó por todas partes, pero al cabo de la mañana la zagala blonda ya reía,
La flor de la canela, manantial de néctar del que bebí insaciablemente, esencias afrutadas, fuente ilusa, se abrió dejando sus pétalos al  alcance de mi belfo, sorbiendo su néctar y colmando todo el ser de Jeanne de besos, la zagala me abandonó a eso de las doce y media.

 

Hoy al volver a evocar los resonancias de los andares de aquel día, vi en un lugar, velado  por la cortina de la estancia un viejo pergamino que atribuyéndolo a Jeanne no pude por menos sino leerlo, no hallé palabra alguna en pío lenguaje.

 

4.       EL TEXTO:

όταν ήμουν δέκα, Εκείνη τη μέρα ο πατέρας μουείχε ένα ατύχημα προς τα κάτω σε κακή ποτάμι, εκείνη τη μοιραία μέρα, ο ίδιος, ο αριθμός, αυτός γίνεται κατάχρηση, Αθωότηταφυτώριο που βρίσκεται γυμνός στο κρεβάτι του.

5.       CONCLUSION:
 

Como la curiosidad mato al gato, heme aquí hoy viviendo mis últimos momentos, el pliego ponzoña, de bilis de hígado envenenado por mente de harpía  hechicera, que al entrar en contacto con mis dedos primero y luego con mi baba, hoy me hallo aquí en este jergón supino,  occiso casi sin halito, mis nauseas son infinitas, y la borrelita gualda pringa las lienzos, sudarios ya. Hoy rememoro aquel día, de ya hace en mi memoria tanto tiempo, y sin embargo lo repetiría allá donde me lleve este mal que aqueja mi ser Jeanne ira conmigo.
6.        NOTA DEL ESCRIBIDOR:

Los hechos acaecidos fabulosos en sí, estimulan el intelecto, siendo  yo un humilde narrador  parábolas tales, todas las vicisitudes narradas son producto de mi imaginación, o no…

Ser buenos.

J.R.F.