LA
LOCA:
Despierta
la alborada húmeda de aquel día de fosca niebla, la gallega, perezosa,
legañosa, asqueada, sucia, las perlas
del relente ensortijaban su cabello güero, su vestido añil, a juego con sus
ojos un retal ajado por el uso con remiendos aquí y allá para tapar la visión
de las vergüenzas de aquella hembra, bajó por la vaguada hacia el regato,
camino abajo en dirección sur, el angostillo callejón entre cortinas, de foscos
zarzales, intercalados de ortigas, casi le quitan la quimérica utopía de
aquella cavila nocturna, la muerte discreta, efímera, marchó riendo de un mundo
que no entendía, la ignominia de la monomanía extinguida de golpe, la hermosa
zagala bermeja, desapareció entre la bruma, los pensamientos paridos por su
desvarío cubrieron los hechos acaecidos en los últimos veinte años, la paz que
encontró aquel día de principios de otoño le dio animo, erró sin rumbo por la
vaguada, nadie la vio partir, desapareció, esfumada, a nadie le importó, la
gallega partió sola, apenas con lo puesto, hoy recuerdo como pelaba palomas por
encima de la fuente, hoy ella sería mi amiga, partió sola, nadie la vio, yo la
encontré, lívida, desnuda, enmarañada en su breña, con las greñas blondas
cubriéndole sus abultados senos, la tumefacción cárdena de su belfo, indicaba
el finado carácter de extinto cuerpo pálido, la apreté entre mis brazos, plañí
por ella, besé su rostro impávido con ósculo sentido, cerré sus ocelos añiles, llame al ciento doce, la
loca avía aparecido.
Los vocablos fueron avispas, palabras escritas en folios
níveos, platicas paridas desde la monomanía en que tu mundo se convirtió, hechos, vicisitudes, en un catafalco guardo tu rozamiento, tu pelo
enmarañado, y los secretos, tus secretos que llevaste contigo, la urna opaca
rosa de chino en su tapadera, no sé distinguir la sagacidad de la quimera,
sueño, me despierto, abro la caja de castaño, ojeo tus cosas, y vuelvo a la
monótona existencia, la cotidiano de la
rutina monótona, empieza a hacer mella, intento cumplir aquella promesa, te
olvidare mañana, hoy eres mi recuerdo, mi sueño, mi amada amiga, la gallega
turbada, que paria pensamientos, cavilas filosofías de vida antaño olvidadas,
las noches en que el níveo flujo de mi cariño recorría tu espinazo, hoy lloro tu ausencia, los recuerdos atesoran
tu imagen de mujer libre, la libertad de un necio, pero libre en tus ideas,
loca te llamaba la gente y quien no lo está.
Con este fol, levantarei as chamas deste lume
que asemella ó do inferno
e fuxirán as meigas a cabalo das súas escobas,
índose bañar na praia das areas gordas.
¡Oíde, oíde! os ruxidos que dan as que
non poden deixar de queimarse
no augoardente quedando así purificadas.
E cando esta brebaxe baixe polas nosas gorxas,
quedaremos libres dos males
da nosa alma e de todo embruxamento.
Forzas do Ar, Terra, Mar e Lume,
a vós fago esta chamada:
Si é verdade que tedes máis poder que a humana xente,
eiquí e agora, facede que os espritos dos amigos que
estean fóra,
participen con nós desta queimada.
La narcosis
de la embriaguez del espíritu del vino, nubla mi sentir, mi ánima libre imagina
hechos, situaciones quiméricas, de realidades virtuales, la alcoba aparece anti
mis ojos color avellana envuelta en una bruma incierta, el armario de castaño
de cinco puertas al lado derecho, sobrio me oprime, parece abalanzarse sobre la
cama de uno treintaicinco, la cómoda debajo del espejo, con todos sus recuerdos
dentro de la receptáculo del mismo
material, es difuso, la embriaguez nubla la percepción de distancias y figuras,
he creído ver la silueta de mi amiga, será la demencia , una enfermedad contagiosa,
o será el narcótico efecto del aguardiente, no sé toda da vueltas a mi
alrededor, un mareo, algo etéreo tira de
mí, me siento flotar .
La vesania
nunca tuvo práctico, he viajado al mundo de Oz, en busca de perspicacia.
El camposanto,
visto desde aquí, en la brumosa mañana, de relentes perlas de agua, subido en
aquel cotorro, del villorrio, mirando desde su posición elevada la fuente, una
tristeza oprime mi ánima, locura insania de amor, un juego cruel, de la
fortuna, ruleta rusa del destino, hoy he perdido, desde este mundo de Oz, veo a
los demás yendo y viniendo, Oz fagocita las almas de los que caen en él, la
libertad, tu libre pensar que parias en cada platica con todo el mundo, se
libre, loca, lunática mi querida, hoy yo vivo, en este mundo de sueño, todos
los días subo el transido césped sobre tu túmulo, no me desanima, pronto estaré
junto a ti, mi gallega inolvidable, nuestro
epitafio será “dos que la locura los separo, ahora ya descansan”.
El Señor es mi pastor, nada me
falta
En verdes praderas me hace
recostar
Me conduce hacia fuentes
tranquilas
Y repara mis fuerzas, me guía por
el
Sendero justo por el honor de su
Nombre aunque camine por cañadas
Oscuras nada temeré, por que tu
vas
Con migo tu vara y tu cayado es su
Sangre, preparas ante mi una de
mesa
Enfrente de mis enemigos me unges
Mi cabeza con perfume y mi copa
Rebosara
NOTA
DEL AUTOR:
Los hechos
acaecidos en este relato siempre imaginario, son basados en un tanto por ciento
en lo narrado por alguien un día, discernir lo veraz, de la fantasía del escribidor
de la fábula, es oficio del lector, si te sientes aludido, olvídalo, es el
sueño de un necio.
Sin más
se despide ser buenos:
Javi.