martes, 15 de septiembre de 2015


AÑO DOMINE 1981:

La pitusa núbil tendría 10 años, su nombre Jeanne, aquel día aciago, en el que su padre tomo la bici, corriendo en pos de su libertad sin saber que la párvula ninfa quedaba presa en la mazmorra de aquel conde, de pelo níveo,  panza ancha unos veinticinco años más que la insulsa pequeña, la noche en el castillo, corría sin noticias del progenitor, la hora avanzada dio que la servidumbre metiera a la párvula pitusa en sus aposentos, aposentos que tras la medianoche él propietario de la hacienda, en un estado sumo de etílica exaltación visitó los aposentos de dicha ninfa de los bosques del norte.

La obligo con mentiras, abusando de la prevé ninfa aquella noche su Príapo abusivo exhalo el níveo néctar en la intimidad de la pequeña aterrada ninfa, tras el hecho él el conde amenazó a   la pitusa de muerte.

Fuese como fuese él, el conde no podía consentir que la insulsa feerica tuviese linaje, la limusina esperaba a la puerta del establo antiguo, hoy ya habilitado como cochera, la amedrentada  ama llevaba al cuello la llorosa moza, el automóvil cerró sus puertas automáticamente y inicio el viaje por las calles de la ciudad bajando hacia la puesta del sol, Pancracia Betancure tras observar la intimidad de la párvula núbil llamo a su cómplice,   la enana melliza trajo narcótico como para un caballo, inyectando a la pitusa la inyección de  droga, el ser se cubrió de inmunda linfa el palanganero, tapiando con algodón el  intimo orificio de hembra inexperta.

Tras la abortara, el viaje a la hacienda del conde, fue un calvario para la núbil criatura, los baches del camino corroían su interior, Jeanne sufría lo indecible, llegó a sus aposentos maltrecha, no dijo nada a su progenitor convaleciente del accidente de la bicicleta, y se metió en la cama, a esa hora en  que las meigas salen de sus occisos aposentos,   la flujo de la linfa carmesí mojo los lienzos, sudarios tal vez a la edad  once años, la fiebre a cuarenta grados centígrados nublo el ser de la niña.

La ambulancia no tardó la ligadura de trompas inhabilitó a la pequeña para poder tener sucesorias arrapiezos,    hoy mujer oronda, que intenta absolver al malhechor hasta que una vez al año, viaja, sufriendo su desdén, él níveo ocioso busca siempre la manera de poner en evidencia la ánima blanca de Jeanne, llorosa hoy en mis brazos, sufre lo indecible esperando un consuelo, hoy yo en mi morada,   solo puedo consolar a la desolación personificada, a mi amiga, hoy  yo me aprovecho del hecho, yaciendo en el lecho con ella, sabiendo que su ser estéril no da fruto, a causa del malandrín ser níveo,    pero yo amo a la pitusa güera.

Mañana será otro día hoy duermo cobijo a la desventurada, hoy, esta noche de lluvia la paz del mundo está en el jergón, enjalma  nocturna de un ser amable que palpita bajo mi mano nobel.

La alborada, nos sorprendió, ella llorosa, yo despierto  el plañido de la hermosa hembra, Jeanne entre mis brazos besando sus ocelos añiles, alivió su pesar, contándome su historia.
 

El tañido luctuoso de la campana, llamando al sepelio, me pillo impróvido, la ilusa bermeja, tendida en el catafalco níveo, espigada lucía un vestido blanco, símil a la comunión de una infanta, el halo claro de su geta exangüe, y sus ocelos cerrados hoy otras veces risueños, añiles como el nirvana,  aquella figura tantas veces idealizada que plañera en mi hombro humilde, hoy sobre tarima sacra, mi ánima desecha anhela creer hoy más que nunca en una sublime presencia, que se apiade de mis recuerdos, ella, la rucia hembra, mi amiga tiesa en su lecho nos sonríe, con belfo cárdeno alegre de esta despedida en la iglesia, la cárcava húmeda del camposanto, será a partir de hoy refugio de la leyenda el túmulo cubierto de olvido tapa todo el dolor de la que un día fue mi amiga, ella Jeanne hoy plaño su ausencia.

Miro la anciana figura del miserable níveo conde y no puedo por menos hoy en este funesto día aciago, de no tener lastima por él, su irresponsable acto llevó al catafalco a un querubín, la ánima de la güera ninfa  blonda, volverá a llevarse al difunto conde, cuando la negación del silencio éste duerma desprevenido.



NOTA DEL AUTOR:

Todo  lo narrado pudo ser verdad, en algún tiempo pretérito, más yo no tengo constancia del hecho narrado, todas las coincidencias son solo eso, no le deis más vueltas.

J.r.f.

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