lunes, 15 de septiembre de 2014


EL ESPEJO MAGÍCO:

 

La diosa de ojos azules sonrió al mago con su mirada de hielo, el vio el alma de  ella, la zagala se despedía de él.

La tristeza del mago  no  tuvo parangón pues justo después de la alharaca, no imagino que por descontado, aquel ángel de cabello dorado, tuviera que partir al amanecer rumbo a su enclave, asiduo.

La mirada fija en el espejo,  sus ojos color avellana se perdía en la inmensidad del cristal pulido, soñando con ella, recordando que la conoció en aquella casa de aquella ciudad de la edad de los hombres, de antaño, la casa de sus ancestros, una casa blanca con su patio trasero, su parra y sus geranios.

Recordó también aquella miniatura de su   jaez, roja de dos piezas, el alma del mago cayó al suelo, las lágrimas brotaron de sus ojos cárdenos por los días que llevaba en pie.

El espejo le devolvía la imagen a aquel mago, de edad in cierta, una imagen de un hombre áureo, en su juventud, que hoy ya casi en la totalidad de aquel bozo, campan unos nacarados mechones.

Fuera, en la calle,  los quejidos, pesarosos, de los brunos, volátiles, luchando entre sí, por el alimento del árbol que da dos frutas, llegaba a sus oídos.

El contra hechizo, no avía servido de mucho, el ya savia lo que iba a suceder, en un futuro yuxtapuesto, pero aun tenía la esperanza    de que el oráculo, del sueño, se hubiera equivocado, aunque en su interior, sabía que no.

El nigromante, tenía un poder superior, pero para aquel  veterano mago, el futuro, era todavía  un tiempo que el espejo, no le mostraba.

Se enfundó en su capa negra, una capa de lana merina, cuyo forro interior de seda roja, le aportaba  resguardo para aquellos álgidos días, tomo su arma, enjugo con el dorso de su mano los húmedos ojos, y moduló un cantico en un idioma antiguo, “?F()I FMF H.PF /--)F/)/X/IF” saliendo de la presencia del espejo.

La casa del mago era alta, la escalera de granito gris que comunicaba la segunda planta con el recibidor, estaba orientada al levante, el mago, innovó un hechizo de protección, que en tiempos no hacía falta, pero ahora era imprescindible, pues corrían tiempos convulsos para las gentes de aquella localidad.

Tomó la calle por su izquierda, en dirección a la catedral, el conde, vivía a la lobreguez de esta, y en aquella ceremonia, ejercía de padrino.

La diosa, bermeja, miró al mago con su mirada azul celeste, y pronunció con voz firme “si quiero” y   la algarabía se hizo dueña de la localidad.

La cueva encarnada de la pruna cetrina, bermeja palpitaba rítmicamente cuando engullo el Príapo del mago, que aunque ningún  hechizo,  de este, pudiera ya hacer que la diosa huera, tuviera hijos, el mago, y ella , usufrutuaron, de aquella noche de bodas…

El sueño del oráculo fue escrito de inmediato,  la bruta bestia cornúpeta, hinco  su rejón inhiesto, en las carnes del mago,  precipitando el final.

Por eso ya no puedo recordar el final de la historia, una historia de un país muy, muy lejano, donde lo real coincide a veces con lo exotérico, o no, un país donde lo más importante es ser buenos…

 Habéis sido buenos… ggg…

J.R.F.

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