EL AGUARDO:
Velado en
la aurora, circunspecto al acecho prorrogo de alba nublada de mollina tenue,
que mojaba distraídamente al interpelado expectante, barrunto de impaciencia ancestral
de tradición añeja, de ralea pretérita, él sigiloso tras la retama aguardaba la
ocasión aquel día de difuntos, la húmeda binza impregnaba su catadura sutilmente,
una desvanecida limpidez se extendía
ante él, se alentaba tufo a herrumbre rancia de líquenes marchitos de principios de otoño, fetideces que
acostumbraba a ventear siendo un párvulo de manos de su ancestro, cuando llego
de la urbe lúcida, el murmullo del regato, arrullaba su oído, trasladándole a su
primer contacto con aquella acuarela, hoy matizada de ambarinos colores, su
imaginación caminaba de la mano de su antecesor que le contaba hablillas mientras
le enseñaba a vislumbrar los quebrantos calcados en la húmeda fronda ,hechos
que de no haber exánime hoy y siendo la
conmemoración de todos los extintos , podría acrecentar su acopio de cognición notoria,
la situación permuta, de tiempo presente, de percepción de lance anuncio la inmediatez
de la presa, la silueta difusa saltó tras la acuosa visión, la carabina bramo una
sola vez, la cuita del hallazgo del tuso, bruno novicio maldito, detractado mil
veces aforismo de encantada nigromancia , pálido asió al interfecto can de
ocelos vahídos, uno de ellos sobre la ruginosa pradera vapor de un vaho púrpura,
que empapaba la morfología de la escena,
plañido del ser sobre el compañero exánime, el ejido iluminado por una cana luz
iluminó el cuadro, el halito de desagüe dama, acompañada de un frío glaciar, vestida de hábito de óbito, puso su diestra sobre el desgraciado, tomando de
su mano el hirsuto camarada extinto, el
palpito de su ser fue laureado con un
ladrido, noche de ánimas de jácaras que ahuyentan a niños que en ese día se reúnen
ante un pote de castañas en una lumbre, refranes de rancias abuelas que quien
sabe yo soñaré con el lance perfecto, aquel que me lleve a la gloria, saliendo
a la aurora mañana temprano, cuando el orto no raye el cotorro del horizonte, entonces
ya estaré detrás de la retama apostado.
Mujer,
no creas en falaces dijes de viejas, nadie ha corroborado el hecho de ánimas bajo
un estado sobrio, siempre hay un halo de embriaguez en los hechos narrados, ebriedad
de la razón nublada por el amor a la persona exánime, visiones de difícil solvencia,
jácaras para que los niños vayan a dormir temprano.
NOTA
DEL AUTOR:
Todo lo
anteriormente narrado, no pretende influir en las creencias de nadie, solo es
una fábula inventada, que nadie se pretenda dar por aludido, aunque mi agnosticismo
siempre campará por derroteros prosaicos, no quiero inmiscuirme en más el que
quiera entender que entienda.
J.R.F.
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