miércoles, 4 de enero de 2012


   MUERTE Y BAILE PARTE III:

Caín, bestia una capa bejarana, que acompañaba con un sombrero de fieltro negro, fumaba un cigarro marca “Ideales”, en un callejón aledaño a la plaza de aquel pueblo, protegido por la sombra de aquellas casas solo se veía la luz que el cigarro desprendía dándole un aire siniestro.
Cuando  Abel, Marta, y Maria, estuvieron a su altura Caín saco su navaja portuguesa y cociéndolo le asestó siete navajadas, cuando Abel cayó al suelo envuelto en un charco de sangre, en que aquella hora teñía de rojo el hielo blanco que se empezaba a formar.
Cuando Marta y Maria salieron corriendo para dar la alarma en el salón de baile cercano aprovecho Caín para huir por las sombras.
El inspector al cargo de la investigación encontró la prueba definitiva en una huella en una cajetilla de tabaco, analizando y cotejando esta con todos los testigos, y sospechosos asta dar con el dedo de Caín.
El tribunal estaba formado por tres magistrados, un alguacil en voz alta, en pie, y los tres magistrados entraron en la sala, el presidente dijo, que se ponga en pie el acusado, Caín se puso en pie, algo que añadir a la declaración ya efectuada, Caín, negó, el presidente en aquel momento dicto sentencia:
 Que el acusado en no mas de trescientos sesenta y cinco días, y no menos de trescientos sesenta, a contar desde la fecha de su terrible crimen, cuelgue de una cuerda sujeta a su cuello asta la muerte, no sin antes reducirle de su salario en la prisión una parte para los familiares del finado.
DIA SIETE DE FEBRERO DE 1930:
Un cura católico se introdujo en la celda 211 de aquella prisión y le dijo a Caín que si quería confesión:
Padre, no me arrepiento ni me da miedo la eternidad, y pienso, que si volviera a nacer, lo volvería a matar.
El cura lo acompaño al patíbulo, rezando su oración.
El Señor es mi pastor, nada me falta
En verdes praderas me hace recostar
Me conduce hacia fuentes tranquilas
Y repara mis fuerzas, me guía por el
Sendero justo por el honor de su
Nombre aunque camine por cañadas
Oscuras nada temeré, por que tu vas
Con migo tu vara y tu cayado es su
Sangre, preparas ante mi una de mesa
Enfrente de mis enemigos me unges
Mi cabeza con perfume y mi copa
Rebosara
Tu bondad y tu misericordia
Acompaña en todos los días de mí
Vida
Y habitaré en la casa del señor
Por años y años, y el señor es mí
Pastor, en verdes praderas me
Hace recostar me conduce
Hacia fuentes tranquilas y
Repara mis fuerzas me guía por el
Sendero justo por el honor de su nombre
Aunque camine por cañadas oscuras
Nada temeré por que tu vas con migo.
Cuando el verdugo, puso un saco en la cabeza de Caín, una sonrisa y una sensación de paz se le dibujo en la cara, los pies perdieron de pronto su apoyo, cayendo al vació,  y un fuerte dolor en el cuello, mas tarde la nada.
Cuando Caín despertó, en su cama del pueblo, lo primero que hizo fue dirigirse a  la casa de su hermano Abel, Marta que estaba barriendo la puerta, al preguntarle por Abel, le dijo que estaba sembrando patatas, se fue contento para su casa pues todo había sido un sueño, un sueño enrevesado,  y siguió con sus  tareas normales sin prestar atención al calendario que debajo de una foto de perdices y conejos, se podía leer doce de febrero de mil novecientos veinte y nueve.

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