lunes, 2 de enero de 2012

PRINCIPIOS DEL SIGLO XX:

Entrando por aquella puerta, lo primero que se veía de frente, era la puerta que daba paso a la vivienda familiar, un poco a la izquierda se encontraba un pequeño mostrador, en la pared de la izquierda, un “poyo” que ocupaba la totalidad de la pared, a la espalda quedaban dos ventanas enrejadas que daban al oeste, y la puerta principal, por la que el observador entró, en el centro del local una columna que sujetaba el peso de cuatro vigas, y estas el tejado dividido a cuatro aguas, a la izquierda en una caja de cartón-piedra, un altavoz, tocaba un pasodoble, y un poco mas abajo, una bailarina pintada por alguien parecía que   se movía rítmicamente al compás de la música.
Hoy doce de febrero de 1929 “martes de carnaval” entrada a dos pesetas rezaba el cartel colocado en la ventana izquierda de la calle.
La señora Maria cobraba la entrada y metía los dineros para un bolso escondido debajo de aquel mandil, a cuadros que le llegaba por bajo de las rodillas y desde allí, unas medias de lana asta unas cholas.
El aforo estaba casi lleno, que bailaban la pieza de baile al compás de la música.
  Como el día ocho la luna nueva había echo cuarto, la luz a aquella hora de la noche era tenue, mas porque las luces públicas que en aquella localidad existían alumbraban solo cuando uno se situaba justo debajo de ellas pues con un plato de porcelana y una bombilla de veinticinco vatios poco se podía ver.
El hombre bestia una capa bejarana, que acompañaba con un sombrero de fieltro negro, fumaba un cigarro marca “Ideales”, en un callejón aledaño a la plaza de aquel pueblo, protegido en la sombra de aquellas casas solo se veía la luz que el cigarro desprendía dándole al individuo un aire siniestro.
Un joven, de no más de vente años, se acercaba acompañado de dos muchachas mas  o menos de la misma edad, por aquel callejón que discurría de oblicuo a la calle de la plaza.
Cuando los transeúntes estuvieron a la altura del hombre este saco una navaja portuguesa y asesto al joven siete navajadas una mortal, por necesidad en la yugular cayendo al suelo envuelto en un charco de sangre que en aquella hora teñía de rojo el hielo blanco que se empezaba a formar.
Las dos mujeres dieron la alarma en aquel salón que en aquellos momentos estaba lleno de gente, dando así tiempo al embozado a disiparse en la oscuridad.
Cuando las autoridades investigaron el caso nadie pudo decir quien podría tener motivos para tal salvaje acto, y las investigaciones llegaron a un callejón sin salida y archivaron el caso hasta obtener mas pruebas.
Vera esentia Eleison.
Rerunque condidutor Eleison.
Vital vis Eleison.
Vapor in quo cuncta Eleison.
Kyrei , espilgator scelerum et largitor gratitae; queasumus popter nostras offensas noli nos delinquiere, o consolador dolentis animae Eleison.
Kyrei Eleison, christe eleison, kyrei eleison pater noster.
Requiescat in pace amen.
El cura dio de esta manera por terminado el funeral quedando en aquel cementerio pequeño los familiares y los dos empleados del ayuntamiento echándole la tierra en aquella caja de madera que el carpintero del pueblo había fabricado pocas horas antes.
Mientras, lejos de allí el  inspector al cargo de la investigación encontró la prueba   definitiva en una huella de una cajetilla de tabaco, analizando y cotejando esta con las de todos los testigos, y sospechosos hasta dar con la del autor del brutal crimen, poniéndolo a disposición judicial.

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