miércoles, 29 de febrero de 2012

ISTORIA CUALQUIERA:
Milla, nació el diecisiete de diciembre de mil novecientos setenta y cinco, en Kiev.
Thomas, nació el ocho de septiembre de mil novecientos sesenta y dos, en Alemania.
Aquella mañana temprano, Thomas, estaba apoyado sobre la balaustrada de la terraza de la mansión familiar, tenia el semblante serio, su armadura biológica, le cubría, la practica totalidad del cuerpo, dicha armadura tenia marcada la anatomía de Thomas, los pectorales, abdominales, bíceps, etcétera, de los hombros le salían unos cuernos que servían de captadores de agentes biológicos, el casco también cornúpeta, le daba un aspecto siniestro.
Detrás de el, Milla, esperaba en silencio, Milla lucia, una larga cabellera rubia que le caía asta la cintura por encima de la capa también carnuda sobre los hombros, cubriendo una generosa anatomía, que cubría con  un conjunto  dos piezas, dejando ver su vientre terso y duro, en la parte alta cubriendo  sus sensuales senos, un sujetador con una estrella dorada de cinco puntas, y en la parte de abajo una tanga morada que a su alrededor casi cubría por completo un pareo de gasa,  un cinturón ancho hebillado en las caderas y a su lado derecho colgaba una beretta de nueve milímetros, los cinco arcos triples del claustro de la mansión, eran testigos mudos de la conversación.
Era el mes de septiembre de mil novecientos noventa y ocho, en aquella ciudad del medio oeste de aquel país,  el ambiente se había vuelto surrealista, y el riesgo biológico, era altísimo.
La misión de Milla era llevarse de la ciudad a la joven doctora  Heidi que era la portadora del antídoto, tenían que circular por la avenida de Corta el aire, dicha avenida  dividía a aquella ciudad en dos, como un eje de oeste a este, el vehículo circulaba a gran velocidad, pero ya en el parqueen del aeropuerto, situado en la parte alta de la ciudad,  dos hombres cogieron a Milla, por sorpresa, mientras Heidi y Thomas, se introducían en la terminal, la tela de la camiseta, se rasgó justo por medio de sus senos, dejando la huella de las uñas del matón en su pecho izquierdo, el hombre un negro   de casi dos metros de altura, la tenia sujetada por detrás, mientras sus compinches se aproximaban a Thomas y Heidi, de pronto un disparo, y los testículos del negro volaron por los aires cayendo este al suelo, luego un tiro en la frente le esparció su masa encefálica por el asfalto.
En el muelle de embarque, se encontraba la nave B-52 una nave de guerra de segunda generación, sus cuatro turbinas situadas en los laterales, dos grandes y por encima dos pequeñas, pegadas al fuselaje, y continuación las alas, por debajo de la cabina del piloto se podía ver un nido de ametralladoras, y en la panza de la nave otro este giratorio, los motores ya rugían.
La doctora Heidi, dormía placidamente,  era una mujer  joven, rubia, de pelo largo, su cabeza apoyada, en la mano izquierda, un suéter rosa le ceñía su anatomía, una minifalda, gris, y sus piernas cruzadas dejaban ver, un liguero blanco donde se sujetaban unas medias del mismo color.
Cuando pasaban por encima de unas montículos no lejos de la ciudad de destino, un gas se introdujo en la cabina quedando los tripulantes dormidos, y mientras de un falso techo salieron dos hombres armados  con cerbatanas, la lucha fue encarnizada, pero no pudieron evitar el que un proyectil diera en la bocha de Heidi, una luz cegadora y después  la doctora, con su rostro sanguinolento se pusiera de pie dando tumbos por el aparato, los disparos de la beretta, hicieron impacto en los dos atacantes pero también en  las ventanillas, y la nave B-52 empezó a perder altura.
El tejado del hotel peña Forrada, era azul, sus siete ventanas triangulares miraban al lago, la nave, planeo por encima del mismo, levantando  una gran cantidad de agua en forma de niebla, los alerones de las alas inclinados hacia abajo,  y la nave  de derecha a izquierda vista desde cualquiera de las ventanas del hotel, el morro del aparato ligeramente inclinado hacia arriba, la carretera a su mano izquierda, con una balaustrada en granito blanco, con farolas de dos tulipas, la nave quedo flotando, un cabo atado a la ventanilla de la cabina, y el otro a una barcaza, pudiendo salir la tripulación por encima de las alas, Thomas, había efectuado un aterrizaje dadas las circunstancias impecable.
La doctora Heidi fue trasladada a la clínica de la ciudad situada a unos cuatro kilómetros al sur del lago.
Ocurrió por aquellos días que  en un país limítrofe, llamado Mira el colorado en unas montañas de arcilla roja, un valle corría y sus curiosas  formas areniscas,  aquel valle luminoso, de cielo azul, la sombra de la tarde daba por el lado izquierdo de aquel valle, las montañas escarpadas estaban de frente, y al fondo mas abajo, una aguja roja se erguía al cielo, bajando por el rió, una pradera verde.
Después de la ultima  batalla, las mujeres supervivientes, fueron echas prisioneras, las cogieron, desnudándolas de cintura hacia arriba para comprobar que ninguna estaba infectada pues el virus se veía con claridad en el torso femenino, y fueron llevadas al fondo de aquel valle rojizo.
Hacia ya doce años que los habitantes de aquellos lugares, sufrían la enfermedad, pero el año trece se revelaron.
Mandando recado a el hotel, peña forrada,  para que todos pudieran participar del antídoto que la doctora Heidi, había fabricado, esta, se puso en marcha acompañada por Milla, pues en el país vecino había buenos cirujanos plásticos.
Llegaron sin más contratiempos, la operación de la doctora, resultó un éxito, quedando en el valle rojo, regresando Milla en busca de Thomas, encontrando solo una tumba con un epitafio que decía, “Yace aquí un amador, con el mísero cuerpo helado, que lucho junto a su amor, perdido por desamor, Murió a manos del rigor de una  esquiva, hermosa,  ingrata, con quien su imperio dilata la tirana, del hedor”.
Cuando la doctora Heidi, paso recado de que ya se podía circular libremente, Milla regreso a la ciudad del medio oeste, localizo a la asesina de Thomas, penetro en la habitación, con la beretta de nueve milímetros en la mano derecha, sus piernas largas, terminaban en unas sandalias de tacón negras, el arma escupió dos veces y una mujer,  morena vestida de traje negro con camisa blanca cayo al suelo, la sangre corrió por el terrazo, y un gato negro enseño primero sus colmillos, luego se aproximo al cadáver,  lamiendo la sangre de las heridas, de su difunta ama, Milla abandono el lugar.
Pasados los días a solas en el cementerio, Milla, hablaba con la fría lapida.
“¿Quién aumenta mis duelos, quién prueba mi paciencia, de ese modo en mi dolencia, ningún remedio se alcanza, pues ya no tengo esperanza?, ¿Quién me causa este dolor, quién consiente en mi dolor? Morir de este mal extraño, ¿quién cura la pasión? , cuando los remedios son muerte, y pasión, dicho esto, salio del cementerio puso su coche en marcha se dirigió al valle rojo.
Heidi, la esperaba, viviendo juntas asta que la enfermedad de Milla, que no pudieron contener acabo con su vida, una mañana del año dos mil.
En la lapida, se podía leer, “Yace aquí la guerrera fuerte, que a tanto extremo llego, tan valiente que la muerte, casi no alcanzó, que acreditó su ventura, de vivir la vida loca, de ninguno sea tocada, pues esta hermosa mujer, para mi estaba guardada.
Y en el camposanto solo se vio, a la doctora Heidi vestida de negro.

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