viernes, 17 de febrero de 2012

LAS RELIQUIAS
Aquel día en la casa de aquellos cristianos nuevos, nació Ben Tauro, en una casa situada en una tranquila calle del centro histórico de Toledo,  la entrada principal amplia con dos piedras de cantería a cada lado media un metro diez de ancho, y un metro y setenta centímetros de alto, por encima de la puerta un cargadero también de piedra, sujetaba una figura triangular, y encima de esta una ventana amplia que costaba de  seis cristales mas pequeños, dando luz a una alcoba que en la planta superior usaban de dormitorio, eran las siete y media de la mañana hora local del día catorce de enero del año del señor de mil ciento veintiocho.
Muy lejos de allí, los templarios y los cruzados, reorientan  sus esfuerzos militares, contra los musulmanes de la península, Bernard de Claivaux, envió el documento a roma, a trabes del embajador pontifical francés,  del papa Honorius II, Alfonso I de Aragón, ya anciano, puso paz y enfrió los ánimos bélicos pues a sus sesenta y tres años no quería una guerra en sus territorios.
El joven Ben Tauro, estudiante, causó bien pronto, la admiración de estudiantes y profesores, terminando sus estudios con el titulo de Doctor, Reunido el claustro de profesores, bien ponderadas las cualidades del nuevo doctor, y su esmerada y completa formación científica, acuerdan nombrarle profesor de filosofía y teología de la universidad palentina, de la que solo unos meses antes era alumno, ocurrió e doce de septiembre de mil ciento cincuenta y tres.
Ya muertos sus padres, la madre, todavía en Palencia, y su padre nada mas llegar a Burgos, capital de castilla y león, es el año mil ciento sesenta y tres, esta situación lastimosa y triste favorece su idea de retiro, recibe la (tonsura)  y acompañado por un joven esclavo llamado (Lesmes), que la familia tenia, se retira a la vega de Burgos, a orillas del Arlanzón, el estudio de la filosofía, y la teología son sus ocupaciones constantes.
Conociendo Alfonso VIII, las virtudes y celo de Ben Tauro, enviándolo, a la recién creada diócesis de cuenca, en el mes de junio de mil ciento noventa y seis, de nada sirvieron esta vez las negativas de Ben Tauro, trasladándose de inmediato a cuenca, acompañado por el fiel Lesmes.
 Lesmes, acompañado de Al- mulak, acompañó a Ben Tauro ya muy enfermo, a un pueblecito del noroeste de Zamora, situado en la margen derecha del río Duero.  
El domingo veintiocho de enero del año del señor de mil doscientos ocho, fallece Ben Tauro,  tras la misa de funeral, fue enterrado bajo la iglesia según la costumbre de aquellos lugares.
En aquella mañana del día veinticuatro de junio del año mil quinientos, Paulo, albañil de profesión estaba situado en la base de  una pradera de forma triangular situada en frente del pueblo en su lado este, eran las cuatro de la mañana hora solar,  clavo en el suelo un puntero con un gran circulo de hierro en su parte superior y aproximadamente la parte superior incidía con su cabeza, espero sentado en el lado oeste de la pica, asta que por fin el orto solar coincidió con el agujero, poniendo otra entre el sol y la primera. Luego realizo los cimientos de la futura iglesia de nuestra señora de los Ángeles.
Los restos incorrectos de Ben Tauro fueron trasladados en procesión al ápside de la nueva iglesia.
El papa Clemente VIII en breve de dieciocho de octubre de mil quinientos noventa y cuatro, y recibido en la diócesis el uno de febrero de mil quinientos noventa y cinco,    conocidos los portentos obrados por intercesión de Ben Tauro, lo canonizó.
El dieciocho de julio de mil novecientos treinta y seis, estando Juan, con sus dos hermanos en el monte, vieron llegar a un camión con unos hombres, vestidos de azul, y una boina roja, y temerosos de estos se refugiaron en la iglesia cercana, los hombres de un pueblo vecino prendieron fuego a la iglesia  de nuestra señora de los ángeles, abandonando a continuación el lugar, a los pocos minutos la iglesia parecía un orno, milagrosamente cuando el humo ya estaba asfixiando a Juan  y sus hermanos, encontraron un resquicio en una pared y salieron al exterior, quedando la iglesia derruida y las cenizas dispersadas por el viento huracanado.
En la actualidad solo se puede venerar una talla en escayola situada a la izquierda del retablo, junto a nuestra señora de los ángeles de la que la iglesia obtuvo su nombre.

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