viernes, 24 de febrero de 2012

MITOLOGÍA:

Hércules, caminaba, aquel día de invierno, por  el valle de las telas que corría de norte a sur, en la margen izquierda las canteras, originaban túmulos de tierra acompañados de depresiones, y en la margen derecha unas viñas, que por aquellos días la gente podaba.
Hércules, caminaba ladera arriba por el camino textil, en dirección noroeste, la gente se afanaba, en la poda pues era menguante, un tiempo apropiado para dicha tarea, llegando a la pradera denominada del moro gorrino, descansando en aquel prado, comió bellotas de las encinas que en aquella época había en abundancia, la tarde caía y pretendía llegar a la laguna  antes de que el barquero hiciese el ultimo viaje, siguió caminando por el camino de carbasoruns, pasando por la depresión de la abogada bajo la cuesta y llego   al pico de las palomas, donde el barquero todavía lo esperaba.
Sápwv-kharôn, cobro la moneda de oro, que Hércules le pago, cogiendo en su mano el timón de la embarcación la orilla opuesta del río Aqueronte, cada vez estaba mas cerca.
En el otro lado del río, lo esperaba Völupsa,  sentada en un tronco de aliso seco, con una espada que le caía, desde su pierna izquierda asta el suelo, la túnica,  apoyada en su hombro derecho, dejaba al descubierto su seno izquierdo, teniendo el escudo clavado en el suelo, un escudo cuadrado, y encima de este apoyada la mano derecha, una joven doncella saludaba con la mano al hombre de la barca, situada de pie a la izquierda de Völupsa, su fiel perro, echado delante del escudo, observaba en silencio la escena.
Los cuatro amigos subían por el camino zigzagueante, de valle dorado, a la parte de arriba del camino se encontraron con la guerrera, rubia, su pelo suelto, rizado, la cara apoyada en la mano izquierda, los guantes de cuero le llegaban asta los codos, un collar de aros de hierro, le colgaba asta sus pechos desnudos, un camisón blanco, sobre sus hombros, le llegaba asta el codo del brazo derecho, continuando desde allí el guante,  sujetando con firmeza con dicha mano una espada de doble filo, con abultamientos en la hoja, y una empuñadura muy larga, acabada en una gran piedra blanca, la cruceta era de alambre de acero torneado, la punta estaba clavada en un madero, la guerrera con una falda blanca y los pies descalzos, apoyados en el escudo, un escudo que en la parte superior se encontraba un yelmo, emplumado, miraba hacia el lado derecho, tres aspas por cada lateral, y en el centro un león rampante y uñado, lenguado,  sobre fondo de goles, que miraba en la misma dirección del yelmo, cuando los cinco, se juntaron siguieron camino.
Cuando los cinco llegaron a la cima del otero, ya el camino empezaba a decrecer, en su margen derecha se hallaba un castillo, las rejas de este de hierro forjado, acompañaban el camino en dirección sur, un portón de cuatro metros de longitud también de hierro forjado daba acceso al  patio de armas, Linhmesh situada en la entrada, ya estaba preparada para la batalla que se avecinaba, estaba vestida,  con un escaso bikini, de cuero, las botas atadas en la parte delantera le llegaban justo por bajo de las rodillas, unos brazaletes de acero en las muñecas, le adornaban sus antebrazos, el sujetador del bikini, sujetado al cuello, en una gargantilla también de hierro, el pelo moreno, suelto, rizado, dejaba al descubierto una cornamenta caprina, de su espalda unas alas enormes le sobresalían, y de la parte baja de la espalda un rabo, que acababa en un arpón, Linhmesh efectuó el primer ataque, pero Völupsa, lo repelió, con ayuda de  la doncella y su fiel amigo el perro, Hércules, y la guerrera rubia no tuvieron oportunidad de entrar en acción pues en un abrir y cerrar de ojos Völupsa, ya había decapitado a Linhmesh  con su espada, justo por encima de la gargantilla de metal.
Los cinco amigos, continuaron bajando por aquel camino sin mas dificultad, qua aquel contratiempo que en singular batalla beneficio  a Völupsa, el camino en ese mismo instante, hacia una curva  de herradura, los estómagos de los cinco amigos gemían de hambre,  pues en aquel mundo, no existía bicho ni planta que se pudiese comer, la arroyo por la  que fluía un torrente de aguas negras, no se podía beber, pues su pestilente olor, llegaba desde la rivera asta el camino, el puente estaba situado en una curva a la derecha, era un puente de piedra con dos pilares terminados en arcos de medio punto, pasando la arroyo  entre el primero y el segundo, la ladera hacia de base en las dos orillas, paseando sobre este estaba él, Zark-Fair, estaba de espaldas, su pelo moreno peinado en forma de cresta, terminado en una coleta en la oreja izquierda un pendiente de diamante, mas abajo en su hombro izquierdo  una hombrera, de material le cubría, protegiéndole el bíceps, usaba guantes, asta las muñecas, la vaina de  su espada era ancha, de unas dos cuartas de anchura, con dos orificios cerca de la empuñadura, una empuñadura sin ningún adorno, cuando Zark-Fair hizo ademen de desenvainar la espada Hércules, cogiendo una piedra le acertó con ella entre los dos ojos, quedando tendido tan largo era en el suelo del puente, aprovechando los cinco amigos para cruzarlo, no sin antes cuando el perro llego a la altura de Zark-Fair, le orino en la cabellera, hecho que cuando este despertó, no le gusto nada.
La fortaleza tenia la puerta mirando hacia el medio día, con tres ventanas en arco al lado derecho, la torre, de la guardia situada al oeste, y la vivienda al este, solo tenia las tras ventanas cercanas a la puerta y una mas pequeña, en el lado sur de la vivienda todas con rejas de forja, Senime, salio de la fortaleza, era pelirroja, con dos coletas, sujetadas por sendos lazos rojos, una gargantilla de terciopelo, del mismo color, alrededor de su cuello, daba paso a una camisa que en su parte superior de seda beige, y en la inferior de material dejando al descubierto su ombligo, en la cadera la falda de un palmo de longitud, dejando ver unas piernas muy largas, y en estas unas medias, que le quedaban a un palmo de la falda, sobre todo, una túnica de  seda y en la mano derecha una catana que en la empuñadura le colgaba una cuerda que Senime cogía con la otra mano, la catana brillaba a la luz de la tarde, la guerrera  rubia, saco su larga espada, y en eso de dos o tres lances, corto la anatomía de Senime, a la altura de su obligo, cayendo las dos mitades al suelo.
La princesa del el reino de los hombre, estaba en un calabozo oscuro, con su pelo grisáceo,  que le llegaba a la cintura, un corpiño, abierto por la parte delantera, tenia una media luna con unos cordones zigzagueantes, de las caderas partía un tanga diminuto, sujeto por hilo de oro, cuando tomo Hércules, la corona y se la puso en la cabeza Völupsa le hizo entrega del báculo, un báculo  con una gran perla en su parte superior y de un tono morado en el centro terminando en una pica de oro en si parte inferior, le pusieron una túnica, de gasa con perlas, arrodillándose le hicieron reverencias.
A los pocos minutos se dirigían a casa los seis por el camino de vuelta.   
  

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